Uno de los pilares del bienestar físico reside en disponer de un sistema digestivo equilibrado que facilite las digestiones y pueda aprovechar los nutrientes para obtener energía; y la dieta es clave en este proceso. En este artículo veremos qué alimentos pueden sernos de ayuda para facilitar las digestiones y mencionaremos herramientas de Fuca que apoyarán nuestra salud intestinal.
En nuestro organismo nada sucede por casualidad, todo está conectado para que esta máquina llamada cuerpo humano funcione correctamente, y nuestro sistema digestivo es el engranaje maestro.
Los alimentos que ingerimos están repletos de nutrientes esenciales (carbohidratos, grasas, proteína, fibra, vitaminas, minerales, agua…) para que el cuerpo obtenga energía, para construir y reparar tejidos, mantener el sistema inmunológico, controlar la temperatura corporal, proteger las mucosas, mantener el sistema musculoesquelético, y otras muchas funciones corporales.
Cada alimento tiene una composición de nutrientes muy diversa. Será necesario conocer los requerimientos y las necesidades de cada cuerpo, además del contexto de este (edad, gasto energético, situaciones fisiológicas especiales como embarazo o lactancia, patologías…), para llevar una dieta adaptada a esas características propias del individuo.
¿Qué sucede si el organismo presenta carencias nutricionales? El organismo tiene muchos recursos y, por lo general, no deja de funcionar frente a una carencia puntual. Aun así, sí que se resiente y, si la situación no se corrige, puede dar lugar a desarrollar una futura patología.
¿Cómo influye la dieta en la salud intestinal?
El alimento inicia su proceso de digestión en la boca, donde lo ingerimos, masticamos y deglutimos para fragmentarlo ligeramente y que pueda continuar su paso a los siguientes niveles del tubo digestivo, esófago y estómago.
El objetivo es transformar ese alimento en su fracción más básica y que puedan absorberse sus nutrientes. En la absorción, los nutrientes pasan del intestino al torrente sanguíneo para ser metabolizados. Es decir, se utilizan los nutrientes a nivel celular como sustrato, energía y materiales de construcción.
Los nutrientes que son absorbidos se denominan biodisponibles, y los que no se absorben continúan su recorrido por el tubo digestivo hasta ser eliminados.
Hay varios factores en relación con la dieta que deberíamos tener en cuenta para mejorar nuestra salud intestinal:
1. La elección del alimento. El sistema digestivo está diseñado para cubrir las demandas energéticas y funcionales del organismo. Por ende, lo aconsejable es apostar por una dieta equilibrada y variada en la que primen los alimentos:
- Nutritivos. Como frutas, verduras, hortalizas, proteína animal y vegetal, grasas saludables, legumbres, cereales integrales, frutos secos, semillas, setas, lácteos, etc. Estos alimentos se caracterizan por ser ricos en fibra, antioxidantes, y prebióticos, es decir, sirven como alimento para las bacterias beneficiosas de nuestra microbiota y favorecen la motilidad intestinal. Sería interesante también llevar una dieta rica en alimentos fermentados que puedan aportar probióticos (yogur, kéfir, kimchi, tempeh, miso, etc.).
- Frescos. Deberíamos priorizarlos frente a los alimentos procesados (productos que han sido manipulados para su conservación), y evitar los ultraprocesados (que incluyen azúcares, potenciadores de sabor, colorantes, conservantes y otras sustancias que se asocian con un mayor riesgo de enfermedades metabólicas e intestinales a largo plazo). Existen diversos estudios que evidencian que una dieta rica en procesados, azúcares refinados y grasas puede alterar la composición de la microbiota intestinal, favoreciendo el aumento de la permeabilidad intestinal y dando lugar a procesos inflamatorios.
- De agricultura ecológica. Para reducir el consumo de tóxicos en la ingesta, ya que estos se cultivan sin pesticidas, herbicidas ni fertilizantes sintéticos.
- De temporada. Estos alimentos se cosechan en su momento de consumo óptimo, no necesitan ser almacenados o ser transportados largas distancias. De esta manera se conservan mejor sus propiedades nutricionales, vitaminas y antioxidantes.
2. Beber suficiente agua. Nuestro cuerpo se compone en un 70 % de agua y está implicado en casi todas las funciones fisiológicas. Deberíamos beber entre 1,5 y 2 litros diarios, y aumentar dicho consumo en situaciones de deshidratación tales como días de calor, ejercicio intenso o enfermedad que incluya picos de sudoración, diarreas o micción frecuente.
Un complemento a tener en cuenta para regular el tránsito intestinal es Fuca Natulivia, que contiene ingredientes activos 100 % de origen natural, entre ellos la ispágula, cuyo elevado contenido en celulosa y mucílagos hace que pueda absorber grandes cantidades de agua y ayuda a formar e impulsar el bolo alimenticio por el tubo digestivo hasta ser excretado. También contiene kiwi y extractos de ciruela, saúco, achicoria, higo chumbo, boldo, comino, pera y canela, ricos en fibra y polisacáridos.
Otros factores a tener en cuenta para favorecer nuestra salud intestinal
- El ejercicio físico va a favorecerlos movimientos peristálticos y que el bolo fecal avance por el tubo digestivo con normalidad, evitando que se quede estancado y se endurezca, dificultando su excreción.
- El contexto en el que se ingiere el alimento influye en la digestión del mismo. Comer en calma, saboreando y masticando cada bocado para fragmentar correctamente el alimento. Sin estímulos que nos mantengan alerta, será clave para que pueda activarse el sistema nervioso parasimpático, y que bajo su influencia se segreguen los jugos gástricos pertinentes para que la digestión se lleve a cabo correctamente.
- Gestión del estrés y respetar el descanso. El sistema nervioso se encarga de regular los movimientos peristálticos que hacen que el bolo fecal avance por el tracto digestivo. El exceso de estrés y la falta de descanso pueden alterar la motilidad intestinal.
Como hemos visto a lo largo de este documento, hay muchos factores a tener en cuenta para garantizar la salud intestinal y la clave para poder llevarlos a cabo es adquirir hábitos que se conviertan en una forma de vida que favorezca nuestro bienestar intestinal.